Por John Andrew Morrow
1° de Julio de 2017
Aunque algunos terroristas, que ya eran propensos al extremismo, han encontrado un hogar confortable en el literalismo Takfiri-Wahabí, la mayoría de ellos son, simplemente, criminales de baja estofa, traficantes de drogas, adictos, proxenetas, pedófilos, violadores y degenerados mentalmente trastornados. Son la escoria de Oriente y Occidente. Son perdedores en esta vida y en el más allá.
Los musulmanes y no musulmanes necesitan entender que los terroristas takfiritas tienen muy poco que ver con el Islam, más allá de una fachada ritualista (grotesca). Aunque a algunos de ellos les han lavado el cerebro y los adoctrinaron en el gueto salafista, los otros son simplemente mercenarios que asesinan por dinero. En la mayoría de los casos notorios, los agresores no son más que instrumentos. Los verdaderos delincuentes son los expertos que llevan adelante las operaciones clandestinas, es decir, quienes planean y ejecutan las operaciones (terroristas) de bandera falsa.
El takfirismo y la islamofobia son las dos caras de una misma moneda. Ambos son impulsados por las mismas fuerzas (del mal). El denominado terrorismo islámico está orquestado por las mismas personas que se presentan como contrarias al terrorismo islámico. El takfirismo y la islamofobia fueron creados para llevar adelante planes geopolíticos de hegemonía demoníaca.
En el Oriente Musulmán, en el norte y oeste de África, los musulmanes y no musulmanes son masacrados en nombre del Islam por personas a las que generalmente se las presenta como musulmanas a través de un cruzada llevada adelante por los principales medios de comunicación. Y digo esto porque los supuestos perpetradores de esos crímenes “aparecen muertos” antes de que pueden ser interrogados para conocer sus motivaciones, las que aún son un misterio. La región se desestabilizó y despobló de musulmanes y no musulmanes debido a las guerras por encargo entre las fuerzas autoritarias locales y las potencias totalitarias. Para estos, cientos de miles de muertes son casi nada con tal de tener acceso a los recursos energéticos y a los contratos de reconstrucción (de lo que ellos mismos destruyen).
En el mundo occidental, los no-musulmanes (junto con algunos musulmanes) son masacrados en nombre del Islam por personas a las que se considera musulmanas. El aumento de la islamofobia y los ataques contra miles de musulmanes resulta beneficioso. Ayuda a desviar la opinión pública de los crímenes cometidos por las potencias occidentales en el país y en el extranjero. Los Estados Unidos, por ejemplo, mataron a más de 20 millones de personas en 37 naciones desde la segunda guerra mundial.
Los no musulmanes denuncian los ataques contra los Estados Unidos atribuidos a los musulmanes, pero permanecen totalmente ajeno o incluso justifican los ataques norteamericanos contra los musulmanes. La invasión y ocupación de Irak por parte de los Estados Unidos, dio lugar a la muerte de más de un millón de musulmanes. Otro medio millón de musulmanes perdieron la vida en la llamada “guerra contra el terrorismo” llevada adelante por Estados Unidos desde el 11 de septiembre de 2001. Según los cálculos de la mayoría de los expertos, hay aproximadamente 100.000 terroristas takfiritas en el mundo. Si el mundo occidental ha asesinado a 1,5 millones de musulmanes en su intento por erradicar los 100.000 terroristas, la “guerra contra el terrorismo” ha sido un fracaso: se ha convertido en una “guerra terrorista”.
TERRORISMO FABRICADO
Hay amenazas reales y sustanciales que no necesitan ser fabricadas y preparadas. La violencia armada común y corriente de un “lobo solitario” es para los norteamericanos una amenaza mayor que la del “terrorismo interno” según el estudio estadístico. En el período 2002-2011 hubo aproximadamente 118.000 asesinados con armas y menos de 3.000 atribuibles al terrorismo. Por eso es que no resulta difícil entender porqué el FBI está desesperadamente decidido a crear un extremismo o terrorismo nacional, al que supuestamente derrotaría, además de ocuparse del otro terrorismo (islámico).
Individuos informados y conscientes saben muy bien que las potencias occidentales convivieron “fraternalmente” con los terroristas takfiritas desde el siglo pasado, luego de la caída del sultanato otomano, hasta ahora. Es decir, respaldaron a los criminales “educados” en las madrasas financiadas por Arabia y que se esparcen por Afganistán, Irak, Siria y Yemen. Los Imperios del Mal de la Época apoyan y se oponen a la vez a los takfiritas que llevaron (y llevan) la muerte y destrucción al mundo musulmán y cristiano.
El FBI, en su último recuento, tenía más de 1.000 miembros del ISIS bajo vigilancia en los Estados Unidos. La administración de Estados Unidos, tanto bajo Obama y Trump, se negó y niega a capturarlos, acusarlos, enjuiciarlos y castigarlos. Mientras Washington habla oficialmente de una disposición antiislámica, permite que los delincuentes del ISIS gocen de libertad para planear ataques terroristas contra la patria. Esos elementos terroristas, conocidos y vigilados por la CIA, el FBI y la NSA, cometen una y otra vez asesinatos en masa en suelo estadounidense.
Aunque las naciones europeas se presentan en cierta manera como críticas de los Estados Unidos, comparten claramente la misma agenda encubierta. Europol informó que según sus últimos datos en la Unión Europea había 5.000 combatientes de ISIS operando sin inconvenientes. Gente que era conocida y vigilada por las agencias de inteligencia europeas y británicas, asesinaron una y otra vez a muchas personas en Europa y el Reino Unido.
Veamos las cosas como son. Vivimos en una sociedad bajo control. Julián Assange, Chelsea Manning y Edward Snowden han dejado esto muy claro. Nuestros gobiernos reúnen información de todos nosotros. Las agencias de inteligencia, como la NSA, olfatean todo, recogen todo, saben todo, procesan todo y se aprovechan de todo. Los gobiernos de los Estados Unidos, el Reino Unido y Europa occidental saben quienes son los terroristas. De hecho, los conocen muy bien, por el nombre y el apellido.
Aunque pueda ser asombroso, sorprendente o desconcertante para la mayoría, el Departamento de Estado de Estados Unidos tiene los nombres de más de cien mil terroristas en una lista secreta. Y aunque podría ser más complicado capturar a los criminales en el extranjero, es algo posible. Más aún, nada impide en verdad que los Estados Unidos detenga a mil miembros del ISIS que son ciudadanos estadounidenses y residen aquí.
En el marco de la “Lucha Contra el Extremismo Violento” (CVE), la detención y enjuiciamiento son recursos de última instancia. Para los llamados expertos dentro del gobierno de Estados Unidos, el objetivo final es ayudar a los terroristas a convertirse en miembros respetuosos de la ley y productivos para la sociedad. En vez de mostrar simpatía por las víctimas de esos subhumanos con convicciones satánicas, los personeros de la CVE se presentan piadosos con los terroristas y los comprenden porque es gente mentalmente traumatizada, estigmatizada y condenada al ostracismo por los crímenes que cometieron. O los apoyan explícitamente.
En lugar de centrarse en lo que implican, en la prevención (de sus actividades), en impedir legalmente su libre movimiento, en rehabilitarlos y reinsertarlos en la sociedad, las autoridades occidentales deben reconsiderar sus criterios ilusos y centrarse en la detención, procesamiento, encarcelamiento o ejecución (de los mismos). Si, como admiten, las agencias de inteligencia occidentales siguen a miles y miles de terroristas sanguinarios, uno debe preguntarse razonablemente: ¿a qué se debe que se nieguen a detenerlos por razones de seguridad nacional? Para los analistas de inteligencia, la respuesta es obvia: los terroristas están a su servicio. Son recursos valiosos e imbéciles útiles.
Según Fedro, “las cosas no siempre son lo que parecen; el primer aspecto engaña a muchos; lo que se ha ocultado cuidadosamente lo percibe la inteligencia de unos pocos”. Lo que estamos presenciando en el mundo es todo teatro. Estratos superpuestos de mentiras. La gente ve a las marionetas, a los títeres. Pero no ve a los titiriteros: la Mano Oculta. Si las amplísimas poblaciones de musulmanes y no musulmanes no abren sus corazones y mentes, no se liberarán nunca del (núcleo) principal (en la sombra, los titiriteros).
El Dr. John Andrew Morrow (Ilyas ‘Abd al-‘ Alim Islam) es nativo de la Isla de la Tortuga y un orgulloso miembro de la Nación Métis, el Michif-Otipemisiwak, el Pueblo Libre, el Pueblo sin Amos. Recibió su doctorado de la Universidad de Toronto en el año 2000. Es autor de más de 30 libros académicos, incluido el aclamado bestseller de Amazon, “Los Pactos del Profeta Muhammad con los Cristianos del Mundo”.
Su sitios web es http://www.covenantsoftheprophet.com y www.johnandrewmorrow.com.
Sus videos y conferencias pueden encontrarse en el canal en YouTube “Los Pactos del Profeta”:
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Su cuenta de Facebook incluye @johnandrewmorrow y @covenantsoftheprophet.
Su Twitter es @drjamorrow.
Acerca de John Andrew Morrow ver:
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